El que se dedica o quiere dedicarse a ser interlocutor de la sociedad, como es un
periodista, o comunicador social, debe saber muy bien al compromiso que asume desde esa posición. Se expone tanto,
que hasta su vida y de la familia está en juego.
Un artículo, un comentario, un audio, un vídeo o una imagen,
donde el o los implicados crean que el mismo está fuera de tono, donde los
aludidos entiendan que hay ofensas, o que simplemente no esté de acuerdo,
pueden ser el detonante de ensañamiento de quien produce el mismo.
Hay que tener conciencia crítica y autocrítica de la acción al momento de informar a los demás, eres el garante de esa acción, por eso, hazlo como si fuera para ti, sabiendo que escribimos para otros, en el marco de un basto público, el cual puede estar en tu comunidad, fuera de ésta, con una connotación universal en el uso de las redes sociales, a través de Internet.
Cuando escriba, pensando en los demás, recuerda que existen muchos como tú, pero recordando
también, al infinito público que puede ser tu detractor, que sea una redacción exquisita, amena,
confiable, deliciosa, así como la buena comida o un buen amor.
Escribe con sentimiento, con el corazón en las manos, cerebro
equilibrado, libre de prejuicios, escribe como el chef que hace su mejor plato, que
le pone cuidado y esmero, o como el violinista o el músico que ejecuta un buen
jazz.
En esta nueva forma de vivir, en la cual hemos cambiado, la dinámica en que los seres humanos nos
relacionamos, debemos ser preciso, conciso, en ofrecer menos contenidos, pero
ese poco contenido debe ser de buen
gusto, imágenes frescas, sin morbosidad, para que tus lectores tengan deseos de
leerte una vez más y se prendan de las informaciones que les ofrece días tras
días.
No debemos acuñar arrogancia, prejuicios, visos de
narcisismo, poses altaneras, que nuestros lectores se acuerden de lo humilde,
el compromiso social que tenemos transmitir
en nuestros escritos; pero mucho menos, creernos que somos el intercesor
del Altísimo y los simples mortales, como son los que nos leen o nos dan like
cada vez que emitimos un juicio.
Si nos dedicamos a este arte de escribir y transmitir
informaciones al mundo, hagámoslo con pasión, con el cuidado de que las
palabras que escribimos no se distorsionen y luego tener que
recogerlas.
Todos y todas hemos cometido errores al transmitir
informaciones. Así mismo, tenemos el sagrado derecho de aprender y no volver a
cometer los mismos errores, pensar y repensar lo que pensamos para convertirlo
en un producto elegante, legible y que sea alimento para el alma y cultura
general.
Crecemos a la medida que podamos ir descubriendo la madeja de
nuestros errores, son una oportunidad al cambio, sin resistir, solo ver en los
otros errores que tú jamás volverá a transitar y de ser así, sombrear y eliminar
lo que entiende que ofende o daña a terceros.
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