Ángel
Rafael Feliz
El grito
estridente y ensordecedor de Jua, jua, jua, eh, lo mataron por calié, emitido por cientos de cahúas no podrá ser
escuchado en las calles de Cabral y menos el lunes en la tarde, cuando bajan el
“Judas” del obelisco ubicado en el
parque central, para hacer el tradicional recorrido por los barrios, hasta
culminar en el cementerio donde es
subido a una tumba, para luego ser
quemado.
Fue después
de aquella Semana Santa del año 1952, que por primera vez, este personaje es
llevado al cementerio a darle fuego, por la traición y venta del señor Jesús a
sus verdugos y su caliezaje en tiempo de la dictadura.
En la Semana Santa del año 1956, las autoridades de
la Iglesia Católica, solo permitieron actividades religiosas el sábado santo,
como los cachúas no eran parte de dichas actividades, entonces se disfrazaron
domingo y lunes, después de ese año, el lunes se quedó establecido hasta ahora.
Anterior a
esta fecha, la población colocaba al “jua” en una mata en el hoyo de los
perros, donde la población descargaba toda su ira y frustraciones de todo un
año, con armas de fuego, piedras, tirapiedras y luego era quemado.
En el año
1997 “jua” fue trasladado al obelisco del parque y colocado el domingo de
ramos, para anunciar el carnaval y hacer un recorrido para que el pueblo conozca el
rey del carnaval, desde la colocación ese
día hasta el lunes en la tarde, este “jua” se convierte en los ojos y oídos de todo
cuanto pasa en su entorno.
Este Judas,
que no se puede apartar de las tradiciones religiosas de la comunidad, es un
elemento fundamental de las mismas. No
juega el mismo papel del foete, del disfraz, de la careta o de la cruz, que
cada cahúas lleva en su espalda como símbolo del catolicismo.
El grito a
coro de Jua, jua, jua,
eh, lo mataron por calié, es el único estribillo entonado por los verdugos de
“Judas” que sin pensar y de forma voluntaria piden fuego, para cobrar lo
que le hizo al hijo de Dios y hacer catarsis de sus propias acciones durante
todo un año.
Que bueno que
Judas este año no será quemado y arrastrado por las calles del pueblo. Que
bueno que el COVID-19 al igual que en otros escenario de la naturaleza ha
permitido hacer una tregua.
Los cachúas
tenemos que reflexionar y admitir que hemos cometido errores como lo hizo Judas y aun seguimos en las calles, sin ser apedreados,
arrastrados ni quemados por nuestras acciones.
Judas, este
año te libraste de tan cruel destino.
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