domingo, 20 de septiembre de 2009

Vamos sin rumbo hacia ningún destino

Por: Juan C Sosa

Los estados, así como los animales de la creación o evolución, como usted desee llamarle, tienen épocas de renovación, cambios naturales y adaptaciones a nuevas etapas para enfrentar los retos que a diario se presentan.

Todo estado legalmente constituido y reglamentado por leyes hechas sobre la base de sus situaciones muy especificas, tienen que mantener el respeto a esas leyes por encima de todo. Lamentablemente ese no es el caso en la situación actual en nuestra República Dominicana.

No es posible que los que están llamados a proteger y cuidar del patrimonio económico y moral del estado, sean los primeros que se encarguen de festinar los recursos provenientes de los impuestos que a mucho esfuerzo tiene que pagar la población. Esos mismos funcionarios públicos con sus actos siembran el mal ejemplo, y desde luego llama a la población a seguir la tendencia a la desaparición de la ya malograda moral.

¿Con que cara puede un funcionario público pedir respeto, si al llegar a su posición al gobierno no tenía la prosperidad económica que puede mostrar cuatro años mas tarde, con un salario que honestamente seria imposible ostentar dicha fortuna?

¿Como es posible que un profesional Dominicano tenga ingresos económicos mensuales mayores que muchos funcionarios públicos, y dicho profesional en cuatro años no pueda mostrar a la sociedad las mansiones, vehículos, prendas y lujos que un funcionario público suele pasearse desvergonzadamente a diario en las calles del país?

¿Como es posible que descaradamente a diario se presenten diferentes tipos de pugnas publicas entre los diferentes miembros del gobierno por preferencias económicas con tendencia a lo personal y a claras espaldas de los intereses del país?

¿Como puede un funcionario municipal llamado “regidor”, que en la gran mayoría de los casos no tienen ningún tipo de educación o son analfabetos funcionales, mostrar salarios y beneficios que un profesional Dominicano jamás sueñe tener de un modo honesto?

¿Como puede un gobierno darle la espalda completamente a las piedras angulares que sostienen un estado, como la educación y la salud, para respaldar abiertamente proyectos que en ningún sentido benefician los mejores intereses de la nación?

¿Cómo puede un santísimo pueblo no reclamar sus derechos, y pedir respeto de sus gobernantes?

Lamentablemente preguntas como esas son las que hacen crecer a diario la percepción de que somos un estado fallido desde hace tiempo. El ver a nuestro pueblo caminar vendado a los ojos y seguir aguantando a diario esos tipos de cultos a la corrupción y al descaro.

Duele pensar que quien hoy dirige los destinos de la nación, nuestro presidente elegido constitucionalmente, aquel profesor universitario de un partido de cuadros y formado por un ejemplar Vegano -que a diario debe estar llorando en su tumba-. Nuestro presidente de Villa Juana, nuestra ultima esperanza de cambio, nos haya dado la espaldas de un modo tan vil y se haya decidido entregar sus voluntades como jefe de estado a la eterna plutocracia Dominicana, sin ni siquiera ponerle el frente a un pueblo que al que se debe, y andar de campeonato de golf a viajes a Hollywood, flotando en una atmósfera que no le permite oler la fétida descomposición social que hace mucho nos ha arropado.

Es muy posible que ese mal olor le moleste mucho el 16 de agosto del 2012 al Dr. Leonel Fernández, cuando finalmente los olvidados votantes hayan elegido otro inquilino que nos siga llevando sin rumbo hacia ningún destino.

Insisto en pensar que José Saramago inspiró su libro “Ensayo sobre la lucidez”, en una sociedad como la dominicana, esperando algún día un milagro. Yo espero no morir de viejo sin ver ese cambio.

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